viernes, 28 de enero de 2011

El Helenismo y los orígenes del Medievo

1. De la primacía de la idea de Cosmos al Teocentrismo

La principal preocupación de los griegos había sido conocer cuál es el orden de la Naturaleza o del Universo (Cosmos) y cuál es el lugar del ser humano dentro de ese orden. Platón introdujo la idea de que este orden está jerarquizado, como expresa en la alegoría de la línea o en el mito de la caverna. El Demiurgo, al organizar el Universo, obedece a la perfección de las Ideas o Formas que toma como modelo. Son estas Ideas las verdaderas causas que explican lo real, no el Artesano del Mundo.

Aristóteles había considerado que la polis es una organización política natural y que sólo en ella el ser humano puede realizarse y ser feliz, al cumplir su función propia. También pensaba el estagirita que los griegos, a diferencia de los bárbaros, son hombres libres por naturaleza.
El Imperio Macedonio acabó con la preeminencia de la polis y con la discriminación entre griegos y bárbaros. A partir de la descomposición de las ciudades-estados como entidades políticas independientes, se empezará a valorar la acción del sujeto individual como tal, sin tener en cuenta la función social que pudiera llevar a cabo. Cínicos y epicúreos tratarán de vivir al margen de las nuevas entidades políticas del Helenismo (monarquías e imperios), al no reconocerlas como naturales. En el otro extremo, los estoicos tratarán de reconciliar al ser humano con el nuevo orden monár-quico o imperial: defenderán la existencia de un Logos universal en la naturaleza, Logos que tendrá como correlato político una legislación universal para todos los seres humanos, ya que poseen una naturaleza común.

En este clima de búsqueda de un sentido a la vida al margen de la participación política –participación que en el Helenismo ha desaparecido en la práctica–, muchas personas abrazarán religiones orientales o filosofías de salvación para poderse religar con un principio unitario trascendente.

El dios hebreo, unitario y personal, reinterpretado a la luz del estoicismo y del neoplatonismo, dará lugar a la filosofía cristiana. Todos los seres humanos serán hijos de Dios, un dios que ayuda a la salvación de los hombres mediante la encarnación del Lógos (Verbo) en la figura de Cristo.
El dios personal como explicación última tanto del orden cósmico como de la vida humana será el planteamiento dominante de toda la Edad Media: el planteamiento teocéntrico.


2. Las escuelas helenísticas

Con el fin de la ciudad-estado como entidad política independiente, surgen distintas escuelas de filosofía que tratan de ubicar al ser humano en el nuevo contexto de los grandes imperios. Imposibilitado el ideal de autosuficiencia de las ciudades como tales, los nuevos filósofos buscan la autosuficiencia en su propia interioridad individual y la felicidad en la tranquilidad del ánimo (imperturbabilidad).

2.1 Epicureísmo

Los epicúreos siguieron las enseñanzas de EPICURO DE SAMOS (341-270). Propusieron el alejamiento de la política y el retiro a una vida dedicada a los placeres intelectuales y al cultivo de la amistad. Son llamados a veces “hedonistas”, pero no perseguían los placeres como tales, sino en cuanto procuraban un estado de calma. No creían en la intervención de los dioses en las cosas humanas. La muerte, para ellos, no debía ser temida, porque cuando ella acaece nosotros ya no somos. Defendían un materialismo atomista con un cierto margen para el azar, y aconsejaban el recuerdo de los momentos placenteros del pasado para sobrellevar los momentos difíciles que se pudieran experimentar en el presente.


2.2 Cinismo

Los cínicos eran llamados así por vivir fuera de las convenciones sociales, “como perros”. Su fundador, ANTÍSTENES, fue discípulo de Sócrates. Otros cínicos posteriores fueron DIÓGENES DE SINOPE y CRATES. Defendían un ideal de autosuficiencia radical, por lo que despreciaban todas las necesidades que no fueran conforme a la naturaleza.

2.3 Estoicismo

Los estoicos pensaban, como los cínicos, que el sabio debe vivir conforme a la naturaleza. Sin embargo, consideraban que hay una razón universal o Logos divino que rige el cosmos y penetra nuestra alma. Ante este destino cósmico, la actitud del sabio solo puede ser aceptar el destino. Mediante esta asunción, el sabio se libera de las pasiones y alcanza la imperturbabilidad en forma de apatía.

Al sustentar que la naturaleza es el fundamento de todas las leyes, afirmaron que por su naturaleza común todos los hombres deben estar regidos por la misma ley, con lo que propugnaron la abolición de la esclavitud y se consideran los fundadores del iusnaturalismo y del ideal cosmopolita.

Los estoicos más conocidos fueron ZE-NÓN DE CITIO, CRISIPO, SÉNECA, EPICTETO y el emperador MARCO AURELIO.

2.4 Escepticismo

El escepticismo sostiene que el ser huma-no es incapaz de justificar afirmaciones verdaderas. Para los escépticos pirrónicos (llamados así por PIRRÓN DE ELIS, 360-272 a.C.), el sabio puede alcanzar la imperturbabilidad permaneciendo indiferente a todo mediante la abstención de hacer juicios. Por su parte, los escépticos académicos (representados por CARNEADES, 219-128) eran más moderados: consideraban que, aunque no seamos capaces de alcanzar un conocimiento objetivo, sí podemos al menos obtener uno probable.

2.5 Eclecticismo

El eclecticismo escoge tesis pertenecientes a distintas escuelas de pensamiento para sintetizarlas en una nueva doctrina. El eclecticismo era una escuela poco original y en ocasiones incurría en incoherencias. CICERÓN y ANDRÓNICO DE RODAS fueron eclécticos.


3. El Judaísmo

El Judaísmo es considerado la primera religión monoteísta de la historia, aunque hay precedentes en el faraón Akhenatón (1364-1347 a.C.). En el mundo griego, la primera crítica al politeísmo la llevó a cabo JENÓFANES DE COLOFÓN (ss. VI-V a.C.), probable maestro de Parménides.

Por otra parte, el Génesis relata que el mundo ha sido creado por Dios a partir de la nada (creatio ex nihilo). El creacionismo es un concepto extraño a los griegos. El demiurgo de Platón era un productor que organizaba el mundo a partir de una materia preexistente; para Aristóteles, Dios era el Primer Motor de un Universo eterno.

Además de ser Dios Uno y Creador, la divinidad judía es personal. Dios se dirige al ser humano y elige a su pueblo, Israel, con el que establece una alianza. A cambio de ser el pueblo elegido, los judíos deberán obedecer los mandamientos de Dios y reconocerle como su rey y legislador. A diferencia del Cristianismo o el Islam, la religión judía no es proselitista –no trata de hacer nuevos fieles.

Otra novedad intelectual del judaísmo es su concepción lineal del tiempo, que es finito. En esta visión histórica del tiempo hay acontecimientos privilegiados. Contras-ta esta concepción con la de los griegos, para los que el tiempo era circular y el universo eterno.

FILÓN DE ALEJANDRÍA (13 a. C. – 50 d. C.) trató de conciliar la religión judía con la filosofía griega. Para Filón, hay un único Dios, que es creador del mundo e inalcan-zable, inaprehensible, para la inteligencia humana. Entre el Dios Uno y los hombres está el Logos, que es el hijo primogénito de Dios y expresa su actividad intelectual.

4. El neoplatonismo

PLOTINO (204-270 d.C.) trató de conjugar la concepción griega de la eternidad del mundo con la unidad e inaprehensibilidad de Dios mediante su teoría de las emanaciones. El mundo no es creado, sino el fruto de varias emanaciones del Dios Uno, que se desborda por su misma sobreabundancia. Dios es absolutamente trascendente, fuente de la que todo brota, como una luz que iluminara todo. Del Uno emana, en primer lugar, el Nous o Inteligencia, una realidad que contiene todas las Formas o Ideas del Universo. De esta Inteligencia brota el Alma del Mundo; todas las almas individuales son encarnaciones de ella. En el otro extremo del Uno se encuentra la última emanación: la materia. Ella es el elemento más bajo del cosmos. La materia es el mal, pero no entendido de un modo absoluto, sino como privación del bien, de la luz. El hombre, mediante un proceso de purificación (catarsis, ascesis), debe iniciar un camino de retorno hacia el Uno, para unirse con Dios (éxtasis).


5. Novedades del Cristianismo

A diferencia del Judaísmo, el mensaje de Jesús de Nazaret no está destinado sólo a un pueblo, sino a todos los seres humanos sin distinción.

El cristianismo comenzó a extenderse entre las clases más favorecidas. Para propagarse entre las gentes cultas, necesitó recurrir a la argumentación filosófica. Los Padres de la Iglesia (Patrística) fueron los autores cristianos que llevaron a cabo esta misión desde el s. II hasta el VIII, como, por ejemplo, Tertuliano, San Agustín, Orígenes o Juan Damasceno. Estuvieron muy influidos por el neoplatonismo.

En ontología, el Cristianismo está influido por el dualismo de Platón, pues considera que las realidades terrenas son perecederas, pues no poseen la permanencia de lo divino.
En teología, El concilio de Nicea (325) estableció el dogma de la Trinidad: Dios tiene una sola naturaleza pero tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. En la cuestión de la Trinidad, es probable la influencia del Neoplatonismo (tríada Uno-Logos-Alma del Mundo).
En antropología, el ser humano se considera hijo de Dios, creado a su imagen y semejanza, y dotado de alma inmortal. Se mantiene aquí el dualismo antropológico de Platón.

En ética, se afirma el deber de amarse los unos a los otros, sin excepción. El origen de esta idea podría ser estoico. En cambio, la idea del perdón sí es novedosa: un perdón que se debe extender a todos, incluso a los enemigos.

En cuanto a la política, el mensaje de los primeros cristianos era emancipador: despreciaban las categorías sociales, se ponían de parte de los pobres y consideraban a los esclavos seres libres.
Como no aceptaban ni a los dioses romanos ni la divinidad del emperador, el cristianismo fue reprimido por el Imperio. La persecución cesó con el emperador Cons-tantino, que permitió la libertad del culto cristiano (Edicto de Milán, 313 d.C.).

La Iglesia se organizó jerárquicamente usando como patrón la estructura administrativa del Imperio. Los donatistas, procedentes de Numidia (Argelia), rechazaron esta jerarquía. Pensaban que los represen-tantes de la Iglesia debían ser escogidos por criterios morales.

Más tarde, el emperador Teodosio declaró al cristianismo religión oficial del Imperio (385); además, castigó a los herejes y persiguió a las religiones paganas.

A la muerte de Teodosio (395), el Imperio Romano se dividió entre Oriente y Occidente. La parte oriental pervivió durante toda la Edad Media como Imperio Bizantino. Los cristianos de Oriente asumieron el cesaropapismo (supremacía del emperador sobre la Iglesia).

En 410, los visigodos, bajo el mando de Alarico, asaltaron y saquearon Roma. Muchos atribuyeron la caída de Roma a la alianza entre Imperio y cristianismo. Para evitar esa confusión, AGUSTÍN DE HIPONA distinguirá conceptualmente entre la Ciudad de Dios (encarnada en la Iglesia) y la ciudad terrena (el Estado). A diferencia de Bizancio, San Agustín propone la supremacía del poder espiritual sobre el terrenal (teocracia), pues el Estado debe tomar sus principios de la Iglesia.


6. El problema de Dios


El teísmo afirma la existencia de un Dios personal, único, trascendente al mundo y creador del mismo. A diferencia del deísmo, el teísmo defiende que es posible conocer tanto la existencia de Dios como su naturaleza y atributos. La reflexión teísta se apoya en una teología natural, o teología filosófica, que es el conocimiento de Dios a partir de la razón.

Uno de los problemas filosóficos del teísmo es la dificultad o imposibilidad de hallar argumentos razonables de la existencia de Dios. Las pruebas más relevantes son el argumento ontológico, o a priori, el argumento cosmológico, o de la contingencia del mundo, y el argumento teleológico, argumento que hoy se ha popularizado como el del “diseño inteligente”.

Algunos pensadores creyentes, llamados fideístas, llegaron a la conclusión de que no se puede fundamentar racionalmente la creencia religiosa. Por ejemplo, Tertuliano («Creo porque es absurdo») o Pascal («El corazón tiene razones que la razón no entiende»).

Un problema crucial para el teísmo es la existencia del mal: si el mal existe, es complicado que Dios exista. La disciplina que trata de justificar al Dios creador del mundo, a pesar de la existencia del mal, se llama teodicea.

El deísmo tuvo éxito durante la Ilustración. Consiste en la creencia en Dios por el criterio único de la razón natural, sin tener en cuenta la revelación. Dios se concibe sólo como creador y legislador del universo; le da el impulso inicial de su movimiento, como el relojero que pone en marcha un reloj para dejar luego que siga sus propios impulsos. El dios deísta no es un dios personal, y tampoco interviene en la historia humana con milagros o hechos sobrenaturales.

El agnosticismo consiste en la afirmación de que no hay que creer en aquello para lo cual no existen suficientes pruebas. En el caso de la existencia de Dios, el agnosticismo defiende que no es posible afirmar racionalmente la existencia de Dios ni su no existencia.

El panteísmo afirma que «todo es dios». Por ejemplo, Spinoza (s. XVII) pensaba que, si la Naturaleza es infinita, entonces Dios, que también es infinito, debe ser lo mismo que la Naturaleza.

Por último, el ateísmo afirma que «Dios no existe». Puede basarse en el argumento de que es imposible conocer a Dios o en el de que es un concepto en sí mismo contradictorio.
Fueron ateos los materialistas franceses de la Ilustración (LA METTRIE, D’HOLBACH).

Según FEUERBACH (s.XIX), es el hombre el que ha creado a Dios y no al revés: el hombre proyecta sus cualidades, anhelos, deseos, aspiraciones y deseos fuera de sí; se extraña o aliena de sí mismo y construye la idea de Dios.

MARX desarrolla el concepto de alienación y considera la creencia religiosa como un recurso ideológico para tener oprimida a la clase trabajadora.

Para NIETZSCHE, la idea de Dios, base de la metafísica occidental, es la gran enemiga de la vida. El espíritu libre sería aquél que es capaz asumir que «Dios ha muerto».
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